La snowboarder catalana había compartido sus reflexiones y dudas sobre la posibilidad de abandonar la competición.
¿El miedo? Superado. ¿Las inseguridades? Dejadas atrás. ¿La determinación? Imparable.
Apenas doce días después de una aparatosa caída en la prueba de freeride en Baqueira, Núria Castán vuelve a deslizarse con firmeza sobre su tabla. Frente a ella, una ladera nevada de 500 metros en Val Thorens, Alpes franceses, con nieve recién caída y afiladas rocas ocultas bajo la superficie. A 2.500 metros de altitud y con tres grados bajo cero, se lanza sin dudarlo. Su descenso es una exhibición de destreza: ágil, precisa, con saltos técnicos y arriesgados que desafían la gravedad. Su actuación le otorga una puntuación sobresaliente (83 puntos), solo por detrás de la inalcanzable campeona mundial Marion Haerty (95) y la emergente promesa francesa Noémi Equy (88,33), quien ya había triunfado en la primera prueba del circuito en los Pirineos. “Me faltó un último salto, quizás habría estado más cerca de ellas”, comenta Castán, única representante española en el circuito mundial de freeride.
Esta era la segunda parada del campeonato y ella estaba allí, decidida, tras días de reflexión que compartió en redes sociales como una lista de pros y contras, recordándose a sí misma: “Lo importante es que sea yo quien decida mi vida. Es mi historia, no la de otros”.
El duro impacto sufrido el 17 de enero en la Bamba de Vielha no le fracturó ningún hueso, pero sí le dejó una fuerte conmoción cerebral y la necesidad de reencontrarse consigo misma. Como ya hizo hace dos años, tras sobrevivir a un alud, volvió a cuestionarse si seguir adelante. «Quiero hacer lo que me haga sentir bien ahí fuera, escuchar mi cuerpo y mi corazón», escribe desde Innsbruck, donde también ejerce como diseñadora gráfica. «Si sigo compitiendo y me vuelvo a caer, ¿seré tonta? No podemos controlar el éxito de nuestras decisiones, pero sí el acto de tomarlas».
Su dilema personal se convirtió en un debate público. Amigos y seguidores inundaron sus redes con mensajes de apoyo y admiración, dándole el impulso final. El domingo, Castán confirmó su participación en Val Thorens. Solo faltaba superar un último escollo: el protocolo postconmoción recomienda 21 días de reposo antes de recibir otro impacto. Sin embargo, tras comunicar su evolución a un médico y obtener el visto bueno, compitió apenas 12 días después de la caída. Terminó tercera—»un gran paso, ahora toca seguir subiendo», dice—y con una sonrisa radiante concluye: «Me alegro de haber decidido volver».