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14-03-2025 Vol 19

San Luis de los Franceses: un nuevo hogar para el Barroco en Sevilla

El antiguo noviciado e iglesia jesuita de San Luis de los Franceses, una joya arquitectónica del siglo XVII, se ha transformado en un museo dedicado al Barroco en Sevilla. Con una impresionante colección de pinturas y esculturas provenientes de los antiguos hospitales de beneficencia de la ciudad, este espacio es un testimonio del esplendor artístico y de las difíciles condiciones de vida en épocas pasadas.

La creación de este museo tiene sus raíces en una decisión histórica: en 1248, tras conquistar Sevilla, el rey Fernando III fundó un hospital para leprosos lejos de las murallas de la ciudad. Este fue el primero de muchos sanatorios que proliferaron en Sevilla, donde los hospitales, más que lugares de curación, eran espacios para acompañar a los enfermos en su «bien morir». A pesar de su función, estos sitios albergaron una rica iconografía religiosa, que ahora, tras un arduo proceso de restauración de casi una década, puede ser admirada en este nuevo espacio cultural.

El museo, gestionado por la Diputación de Sevilla, alberga una selección de 100 piezas de entre los siglos XVI y XIX. El escenario que acoge estas obras es la iglesia de San Luis de los Franceses, considerada una obra cumbre del Barroco pleno, que por sí sola ya es un espectáculo. Las pinturas y esculturas expuestas abarcan desde lienzos monumentales de la escuela de Murillo hasta trabajos de artistas flamencos influenciados por Rubens. Entre las piezas destacadas se encuentra un retrato de la benefactora Josefa Fraile, realizado por Valeriano Bécquer.

El recorrido del museo, diseñado para recrear la atmósfera de los antiguos hospitales sevillanos, se divide en siete salas. La colección del Hospital de las Cinco Llagas, con obras de artistas como Cornelis Schut, Sebastián Llanos Valdés y Domingo Martínez, es especialmente notable. Según el historiador y comisario de la exposición, Juan Luis Ravé, estas obras permiten comprender la dinámica de la Academia de Murillo, donde los artistas trabajaban con modelos reales bajo luces artificiales.

Más allá de su valor artístico, muchas de las piezas poseen un alto valor documental, como un anónimo de 1700 que retrata la miseria y el abandono de la época: una Sagrada Familia bajo la cual aparece una cuna con seis bebés hacinados. Estas imágenes, aunque impactantes, son un testimonio del pasado y una ventana al contexto histórico y social de Sevilla.

La exposición también ofrece la oportunidad de explorar espacios inéditos de San Luis, como la sala de Profundis, el refectorio y la capilla doméstica, un rincón que sirvió de refugio a los jesuitas tras su expulsión ordenada por Carlos III.

Este nuevo museo no solo rescata el legado artístico del Barroco sevillano, sino que también invita a reflexionar sobre la vida, la muerte y el arte como medio para comprender nuestra historia.