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13-03-2025 Vol 19

Los cruasanes de Mallorca se digitalizan

La histórica empresa madrileña de repostería artesanal, Pastelería Mallorca, celebra 93 años de tradición combinada con innovación. En este aniversario, la compañía da un paso más hacia la digitalización con la apertura de una nueva tienda que apuesta por un modelo modernizado, sin abandonar su esencia artesanal.

Fundada en 1931 por Bernardino Moreno y María García, quienes comenzaron su andadura tras ganar la lotería, esta pastelería familiar abrió su primer establecimiento en la calle Bravo Murillo, número 7. Dos décadas después, su esfuerzo permitió inaugurar un segundo local en la calle Velázquez, consolidando así su presencia en Madrid. Actualmente, la empresa está dirigida por la cuarta generación de la familia y mantiene el 100% del accionariado en sus manos.

Tradición e innovación
Carlos Arévalo Moreno, director comercial, describe a la compañía como “humilde y valiente”, destacando su capacidad para adaptarse a los cambios sin perder su identidad. “Nunca hemos pretendido ser los mejores, pero sí diferentes. Tomamos decisiones difíciles, como abrir la venta online, retirar el servicio telefónico o reducir nuestra gama de productos para garantizar la viabilidad del negocio”, explica Arévalo.

Con un obrador de 5.000 metros cuadrados ubicado en el barrio de Vicálvaro, Pastelería Mallorca opera nueve tiendas físicas, estratégicamente localizadas en zonas donde convergen viviendas y oficinas. Este enfoque les permite atender a clientes corporativos entre semana y al público en general los fines de semana. Sin embargo, la calidad sigue siendo su prioridad. “No nos expandimos a otras ciudades porque no queremos comprometer la frescura y calidad de nuestros productos. Si hay que congelar para llegar más lejos, no es nuestro modelo”, asegura Arévalo.

A pesar de haber intentado incursionar en mercados internacionales con franquicias en Tokio y Ciudad de México en 2015, la experiencia no fue satisfactoria. Desde entonces, la empresa ha centrado sus esfuerzos en Madrid, consolidándose como un referente en el sector.

El salto digital
En 2013, Mallorca lanzó su página web, enfrentando escepticismo interno y externo. Sin embargo, la apuesta dio sus frutos, especialmente durante la pandemia, cuando la venta online se convirtió en una tabla de salvación para la empresa. Actualmente, la mitad de su facturación anual proviene de este canal, que en 2024 superó los 200.000 pedidos.

La digitalización no se limita a las ventas. La compañía ha implementado un sistema de gestión interna que analiza las ventas diarias de cada producto, comparándolas con datos de años anteriores. Esta herramienta les permite ajustar su oferta de manera eficiente. Además, están trabajando en reducir los tiempos de entrega a domicilio, buscando pasar de los 30-40 minutos actuales a solo 15, y planean lanzar su primera aplicación móvil en marzo.

El cruasán, el rey de la casa
El producto más icónico de Pastelería Mallorca es el cruasán, con más de 8.000 unidades vendidas cada día. Le sigue el tortel, con más de 3.000 piezas diarias. Aunque su gama de productos se ha reducido de más de 1.000 referencias en 2006 a unas 400 en la actualidad, el 80-90% sigue siendo de elaboración propia, destacando por su calidad artesanal. “Nuestros precios son más altos porque ofrecemos un producto auténtico, hecho a mano, sin congelar y con un proceso de producción que no compromete la calidad. Eso tiene un valor que nuestros clientes aprecian”, afirma Arévalo.

Una Navidad dulce
La temporada navideña representa el período más rentable del año, con el doble de facturación respecto a cualquier otro mes. El roscón de Reyes es el protagonista, con una producción de entre 30.000 y 40.000 unidades, aunque la demanda podría ser aún mayor. No obstante, la celebración familiar ha disminuido, según observa Arévalo: “La Navidad ya no se vive igual. Quizá porque la gente viaja más, pero no se celebra tanto en casa”.

El nuevo modelo de tienda
El local de la calle Serrano ha sido el primero en adoptar el nuevo concepto de tienda, que incluye una inversión de más de un millón de euros. Este espacio combina autoservicio, zonas para consumir en tienda y opciones para llevar. Con esta transformación, buscan triplicar el número de clientes diarios, pasando de 700 a más de 2.000, aprovechando el atractivo turístico de Madrid, un público que hasta ahora no era prioritario para la marca.

Este modelo de tienda podría ser clave para la expansión futura de Pastelería Mallorca a otras zonas turísticas de la ciudad e, incluso, a nuevas ciudades. “Si funciona, podríamos replicarlo primero en Madrid y, más adelante, en otros destinos”, explica Arévalo.

Con una facturación de 30 millones de euros en 2023, la empresa afronta el futuro con optimismo, equilibrando su rica tradición artesanal con la innovación que exige el mercado moderno. Pastelería Mallorca demuestra que es posible mantener viva la esencia de un negocio casi centenario mientras se avanza hacia el futuro.