En las profundidades de la Tierra se esconde una gigantesca biosfera subterránea, un ecosistema oculto que resulta crucial para la vida en la superficie, aunque sigue siendo uno de los grandes enigmas de la naturaleza.
En este entorno profundo, la energía disponible es extremadamente limitada, lo que genera un ritmo de vida pausado y un desafío constante para el desarrollo de microorganismos. A pesar de esto, los habitantes de este subsuelo son sorprendentemente longevos, con una capacidad de división celular tan lenta que puede ocurrir solo una vez cada miles de años. En comparación, una bacteria típica en la superficie terrestre puede duplicar su población en apenas 20 minutos. Sin embargo, la cantidad de estos microorganismos en el subsuelo es abrumadora.
Se calcula que este mundo subterráneo alberga cerca del 13% de toda la biomasa del planeta. Han sido encontradas células vivas a 2.5 kilómetros de profundidad bajo el suelo oceánico, lo que sugiere que, si extrapolamos estos hallazgos a toda la corteza continental, el volumen habitable en el subsuelo podría superar los 730 millones de kilómetros cúbicos. Esto equivale a casi la mitad del volumen total de los océanos terrestres.
¿Por qué es relevante este ecosistema oculto?
El estudio de esta biosfera profunda no solo nos ayuda a entender mejor el origen de la vida en nuestro planeta, sino que también ofrece pistas valiosas sobre cómo buscar vida en otros mundos. Este mundo oculto bajo nuestros pies puede ser la clave para comprender cómo la vida puede adaptarse y prosperar en condiciones extremas, tanto aquí como en el universo.